Por Hugo Fuentes
Culmina la semana 6 de la NFL y otra derrota es entregada a los New England Patriots por parte de Las Vegas Raiders. Errores de un equipo indisciplinado, destellos de redención y un final con grandes expectativas, pero sin efecto para ser el comienzo de un mejor panorama de el resto de la temporada fueron los temas que acompañaron la más reciente jornada.
Ahora con un récord de 1 victoria con 5 derrotas y un calendario que incluye a dos rivales de división para las próximas jornadas surgen las preguntas acerca del futuro de la organización. ¿Buscar la mejor posición en el draft o arriesgarlo todo para salvar la temporada?
Si bien en tabla el equipo de Massachusetts aún no ha sido eliminado de la carrera por los playoffs, el porcentaje de probabilidad es increíblemente bajo, inclusive cuando se apunte por un lugar de comodín. El tener que ganar el resto de partidos por jugar y de cualquier forma necesitar resultados desfavorecedores para los equipos que nos adelantan en la AFC, nos habla de un escenario en el que ya no controlamos nuestro destino y quedamos a la merced de la suerte para mantener el sueño con vida.
Volver de atrás cuando los escenarios no favorecen y la liga nos infravalora es algo que unos años atrás no asustaba, en ocasiones incluso era emocionante tener la oportunidad de ver la mejor versión del roster y observar cómo daban la cara por el equipo jugadores de últimas rondas o undrafted; ver al HC Bill Belichick y compañía innovar con maestría jugadas que en ocasiones obligaban a los árbitros a leer de nuevo el reglamento; pero sobre todo podíamos ver a los capitanes motivar, organizar y pelear hasta el último segundo, ya fuera para ganar un partido, un lugar en postemporada o el Super Bowl.
Algunas de las mayores deficiencias del equipo de los Patriots 2023 es esa falta de unión y motivación para salir al campo y afrontar las adversidades cuando el marcador no apunta a nuestro lado. Un primer drive fallido o una entrega de balón temprana parece bastar para tirar los ánimos al piso y vencer al equipo comandado por el quarterback de tercer año Mac Jones.
Más allá de una plantilla afectada por lesiones inesperadas o la falta de talento en la ofensiva, la mentalidad derrotista y el sentimiento de animosidad que el equipo carga desde 2022 parece ser la mayor barrera entre los New England Patriots y el sueño de regresar a playoffs.
El periódico estadounidense The New York Times estima que los Patriots tienen un 2% de probabilidad de clasificar a playoffs.
El equipo se encuentra en un punto crucial para la toma de decisiones y la proyección del equipo a corto y mediano plazo.
Tankear o mejor explicado jugar a perder el resto de partidos para asegurar una mejor posición en el draft y con ello apuntar a un mejor prospecto del colegial, suena como una opción viable y quizá más realista dadas las circunstancias en las que se encuentra la organización.
El problema viene si en las próximas semanas el equipo se decide por buscar mantener la temporada con vida sin antes reorganizarse y reforzarse previo a la fecha del límite de traspasos entre equipos, puesto que esta estrategia nos ganaría un par de partidos más; pero la dificultad del calendario no nos permitiría continuar más allá de la temporada regular, colocando al equipo en una posición del draft muy tardía como para seleccionar a un prospecto de la talla de Caleb Williams (USC) o Drake Maye (UNC).
Si bien las reacciones en redes sociales apuntan a que la afición prefiere tankear, debe ser mencionado que ver a los Patriots perder una gran cantidad de partidos en la temporada es un golpe duro en el ego. Más aun cuando la cultura de las últimas dos décadas nos había acostumbrado a la excelencia y la búsqueda continua de un campeonato año tras año.
Los Patriots mantienen la posición #6 del draft 2024 de cara a la jornada 7 vs Bills:
Aun cuando el equipo logre seleccionar a un prospecto de la talla de Caleb Williams (USC) o Marvin Harrison jr (OSU) la historia nos ha demostrado que un jugador no puede maquillar los problemas de todo un equipo.
Basta con voltear a ver a los Detroit Lions unos años atrás cuando contaban con el QB Matthew Stafford y Calvin Johnson o a los Cleveland Browns con su famosa pasarela de prometedores quarterbacks que nunca pudieron sobresalir en la NFL. No obstante, contar con un talento generacional del cual construir alrededor los próximos años es un destello de luz al final del túnel de incertidumbre que han sido los años siguientes a la salida de Tom Brady.
Los New England Patriots, además de requerir una buena primera selección, necesitan dar rumbo a una vasta cantidad de posiciones que se han ido deteriorando a lo largo de los últimos años como: la línea ofensiva, receptores, linebackers y por supuesto quarterbacks.
Aunque la reconstrucción no se limita al roster de jugadores, también se debe analizar al staff que los guiará. Se deberá evaluar el trabajo de Bill Belichick como head coach y como GM. Además de hacer una extensiva reflexión a la contratación del nuevo coordinador ofensivo Bill O’Brien y su staff, quien se pensaba podrían limpiar totalmente el desastre causado por Matt Patricia en 2022.
Sin duda alguna es una salida viable y un punto de partida refrescante en cara a una inminente reconstrucción, pero una difícil decisión que deberá ser tomarse con cautela y minuciosidad para lograr una correcta estrategia que aproveche al máximo el potencial del roster y ponga en marcha un plan de reconstrucción que coloque a la organización junto a los equipos contendientes en un futuro cercano.
Este equipo sabe ahora más que nunca que aunque Caleb Williams (USC) u otro prospecto de alto calibre elevarán la calidad de juego inmediatamente, no se reflejarán los resultados a no ser que se trabajen todos los factores en la offseason rumbo a 2024.
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